Un proyecto de obra nueva siempre plantea un nuevo reto.
Es nuestro desafío interpretar las necesidades del cliente y proyectar el espacio.
Con ellos partimos de una hoja en blanco. Cada cliente tiene una huella distinta, y cada proyecto debe ser diferente.
A través de un ida y vuelta, iremos tomando partido de las ideas que van a dirigir el proyecto. Involucrar al cliente en este proceso es fundamental, logrando así un equilibrio entre lo ideal y lo real. Las ideas se transforman en líneas, las líneas en muros y de esta manera el proyecto va teniendo su forma.
Avanzamos cuidando el detalle y la materialización.
Si se puede dibujar, se puede hacer.
Y nuestro desafío, es como hacerlo.